Durante años, asperger y autismo fueron considerados síndromes diferentes por sus diferencias de base. Sin embargo, los estudios actuales los sitúan a ambos dentro del trastorno del espectro autista (TEA). El autismo clásico y el síndrome de Asperger tienen muchas cosas en común, pero también muchas diferencias. Ambos comparten dificultades en tres áreas concretas, pero varía el grado de afectación que tienen unos y otros. Veamos, para empezar, cuáles son esas áreas que tienen en común.
En primer lugar, los dos tienen problemas a la hora de integrarse social mente, nos explica el psicólogo Daniel Plaza, experto en ambas patologías. “Tienen dificultades para entender normas sociales, para ajustar su comportamiento a lo que la sociedad les demanda o para crear relaciones de amistad o de pareja”. También ambos presentan limitaciones en la comunicación y el lenguaje, ya que “les cuesta entender los dobles sentidos o la ironía, y sus gestos tienden a ser poco expresivos”. El tercer punto en común entre las personas que sufren asperger y autismo es que “tienen conductas repetitivas o movimientos compulsivos y se interesan tanto por algún tema que ese interés los absorbe”, nos aclara el psicólogo. Además, necesitan muchas rutinas para funcionar y su rigidez cognitiva les provoca, por ejemplo, que sea difícil que cambien de opinión.
Sin embargo, también hay un abismo de diferencias. La principal deriva precisamente de aquello que tienen en común. Las personas con síndrome de Asperger no tienen tan marcados los síntomas que acabamos de describir. Para entendernos, tienen problemas para integrarse social mente, dificultades en la comunicación y en el lenguaje y muestran intereses y comportamientos compulsivos, pero en un grado mucho menos severo que una persona que padece autismo clásico.
Otro rasgo que los diferencia notablemente es el cociente intelectual. Mientras en el autismo está, normalmente, por debajo de la media, en las personas con asperger suele estar en la media o incluso superarla, pero eso no quiere decir, nos aclara el psicólogo Daniel Plaza, que todas las personas con síndrome de Asperger tengan altas capacidades. Lo que sí tienen es una gran capacidad para el lenguaje. Suelen utilizar un lenguaje rico en expresiones, muy formal y con gran elaboración lingüística, más allá de las dificultades que puedan tener para comprender la ironía o los dobles sentidos.
Precisamente por hacer visibles estas diferencias y dar a conocer lo que significa ser una persona con asperger es por lo que luchan las 450 familias que conforman la Federación Andaluza de Asperger. Su presidente, Rafael Jorreto, creó la asociación cuando su hija, que sufre este síndrome, tenía 6 años. Ahora tiene 24 y acaba de conseguir su primer empleo como técnico superior de laboratorio, pero no todo ha sido fácil. “Hemos ido evolucionando con nuestros hijos. Según iban creciendo nos íbamos encontrando con nuevas dificultades, porque sus necesidades son diferentes a las de un autista”, nos cuenta Rafael. “Ellos quieren socializar, pero no lo consiguen; fracasan y eso les lleva a depresiones y a dificultades de integración en sus colegios o sus trabajos. Son la parte del espectro que sufre más porque son conscientes de que se les está rechazando y ellos no saben por qué. Sufren tremendos acosos, porque la gente de su entorno no entiende que su conducta o su forma de hablar es producto de un trastorno de espectro autista”.
Fuente: https://www.niusdiario.es/sociedad/dia-internacional-sindrome-asperger-autismo-diferencias-comunicacion-cociente-intelectual_18_2900895435.html